¿Por qué prefiero invertir en Berkshire Hathaway que en el S&P 500?
A muchos les han dicho que la mejor estrategia para invertir a largo plazo es poner el dinero en el S&P 500 y dejarlo quieto. Y sí, no es un mal consejo: es simple, diversificado y rentable.
Pero con los años he aprendido que hay una opción aún mejor: invertir en Berkshire Hathaway, la empresa que dirige Warren Buffett.
No hablo solo desde la teoría. Hablo desde mi experiencia personal: el portafolio que estoy construyendo como legado para mi hijo —ese que quiero que reciba cuando ya no esté— está invertido en acciones de Berkshire Hathaway.
Y te voy a contar por qué.
Una diferencia que lo cambia todo
Desde 1965 hasta hoy, Berkshire Hathaway ha tenido un rendimiento promedio anual de casi 20 %, mientras que el S&P 500 ha rendido cerca del 10 %.
Esa diferencia de diez puntos al año se convierte, con el tiempo, en algo gigantesco:
Si hubieras invertido USD1,000 en Berkshire en 1965, hoy valdrían más de USD 50 millones.
En el S&P 500, esa misma inversión estaría cerca de USD 350,000.
La lección es simple: el interés compuesto premia la paciencia y las buenas decisiones. Por eso, si pienso en décadas (no en meses), prefiero tener a Buffett administrando mi dinero que a un algoritmo del S&P.
Berkshire no es una acción, es un ecosistema de negocios
Mucha gente piensa que comprar Berkshire es comprar una sola empresa, pero en realidad estás adquiriendo una cartera completa de negocios rentables.
Bajo su paraguas están compañías como GEICO, BNSF Railway, Duracell, Berkshire Hathaway Energy y participaciones enormes en Apple, Coca-Cola, American Express, Chevron y Moody’s.
En otras palabras, cuando compro Berkshire estoy invirtiendo en tecnología, energía, seguros, transporte, consumo y finanzas… todo dentro de una sola acción.
La gran ventaja: el “float” y la reinversión
El secreto detrás del éxito de Buffett no es magia, sino una estructura que genera flujo de efectivo constante gracias a sus negocios de seguros.
Las primas que reciben esas aseguradoras —lo que llaman el float— se invierten mientras tanto en empresas sólidas.
Es dinero que trabaja sin endeudarse y sin pagar intereses.
Esa capacidad de reinvertir y multiplicar el capital sin fricciones es lo que hace de Berkshire una máquina de componer riqueza.
Un índice con cerebro
El S&P 500 compra las 500 empresas más grandes de Estados Unidos, sin mirar si están caras o baratas.
Berkshire, en cambio, compra solo las que entiende, las que tienen ventajas competitivas reales y las mantiene por décadas. No paga dividendos, no especula y solo recompran sus propias acciones cuando están subvaloradas.
Por eso me gusta decir que Berkshire es un S&P 500 con cerebro.
Tiene la diversificación del índice, pero con la inteligencia de Buffett y su equipo detrás.
Menos ruido, más tranquilidad
Cuando el mercado se pone nervioso, Berkshire suele resistir mejor las caídas. Durante crisis como las del 2008 o el 2020, cayó menos que el S&P 500, gracias a sus reservas de efectivo y a su portafolio conservador.
Esa estabilidad vale oro.
Porque invertir no se trata solo de ganar más, sino de poder dormir tranquilo mientras tu dinero crece.
Ventajas fiscales y de estructura
Berkshire no paga dividendos, así que el inversionista no tributa cada año, solo cuando decide vender. Reinvierte internamente todas sus utilidades. Y te da, en una sola acción, una diversificación enorme y una gestión profesional sin comisiones ni rebalanceos.
Es la forma más simple de tener un portafolio sólido, eficiente y de largo plazo.
Por qué lo elegí para mi hijo
Si algo he aprendido en el mundo de la inversión es que la riqueza real no se construye con velocidad, sino con dirección.
No busco que mi hijo herede solo dinero, sino un ejemplo: que entienda cómo el tiempo, la disciplina y las decisiones inteligentes pueden crear libertad.
Por eso, cuando pienso en el legado que quiero dejarle, no lo tengo en un fondo indexado al S&P 500.
Lo tengo en acciones de Berkshire Hathaway, la empresa que mejor representa los principios que quiero transmitirle: paciencia, visión a largo plazo y creación de valor real.